La sociedad futura

E. Sylvia Pankhurst

La sociedad futura


Artículo («The Future Society») publicado en One Big Union Bulletin, el 2 de agosto de 1923.


Las palabras socialismo y comunismo tienen el mismo significado. Indican la condición social donde la riqueza de la comunidad: la tierra y los medios de producción, distribución y transporte son poseídos en común y donde la producción es por el uso, no por el beneficio.

Como el socialismo es un ideal por el que trabajamos, es natural que haya ciertas diferencias de opinión en cuanto a la sociedad futura. Como vivimos bajo el capitalismo, es natural que la idea de socialismo de mucha gente tome color de las experiencias vitales del actual sistema. No nos debe sorprender que haya quien reconozca que el sistema actual es malo, pero le falta imaginación para darse cuenta de la posibilidad de abolir todas las instituciones de la sociedad capitalista. Con todo, no puede haber ninguna ventaja real al establecer un estadio intermedio hacia el socialismo. Una combinación de socialismo y capitalismo produciría todo tipo de injusticias, dificultades y pérdidas. Quienes sufrirían las anomalías lucharían continuamente por el retorno hacia el antiguo sistema.

El socialismo pleno y completo incluye la abolición total del dinero, de la compraventa y del sistema salarial.

Supone que la comunidad debe ponerse como tarea hornear todas las cosas que la gente necesita y desea y no más de las que puede emplear, y aportarlas cuando y cómo la gente las necesite.

Cualquier sistema donde se mantiene la compraventa supone el uso de grandes sectores de la población en trabajos improductivos. Deja que el trabajo productivo lo haga tan solo una parte de la gente mientras que la otra dedica la energía a la venta al por menor, a la banca, a la publicidad y a todas las ramas del comercio que, de hecho, ocupan más de dos tercios de la población actual.

Con el sistema monetario es inevitable el sistema salarial. Si las cosas necesarias y deseadas tan solo se pueden adquirir con un pago, quienes hacen el trabajo deben cobrar para ganarse la vida. El sistema salarial incluye instituciones como las pensiones de vejez, los seguros por enfermedad y desempleo, y las pensiones de viudedad, o la Ley de la Pobreza, y probablemente más que la Ley de la Pobreza. Esto implica arrebatar grandes cantidades de gente al trabajo productivo para que hagan trabajo puramente administrativo. Se fabrica así un esfuerzo inútil, y la carga de los no productores mantenidos por los obreros productivos aumenta.

Además, se mantienen condiciones sociales que son muy poco armónicas con la fraternidad comunista. El sistema salarial hace precaria la vida del obrero. El pago de salarios implica el poder de un funcionario o funcionarios de despedir al obrero.

Mientras el sistema monetario continúe, cada empresa productiva debe funcionar por pagos. Por lo tanto, tenderá a contratar el número más bajo de obreros posible, con el fin de gastar menos en salarios. También tenderá a despedir al obrero menos eficiente que, una vez perdido el trabajo, será aún menos eficiente. Así tiende a acumularse una clase desocupada.

La existencia de un sistema salarial lleva de forma casi inevitable a salarios desiguales; horas extraordinarias, bonificaciones, pagas superiores por trabajos que piden especial calificación. Las distinciones de clase son simplemente diferencias de educación, bienestar material y ambiente.

La compra y la venta por el gobierno abren la puerta a la corrupción pública. Para impedirlo se crean cargos bien remunerados de forma que quienes los ocupan tengan mucho que perder para hacer que las corruptelas les sean caras.

 

 

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